Epílogo: Toledo

Marga propuso ir al día siguiente, domingo, a desayunar al Peñón de Ifach. Corría el año 1997, octubre y Carlos y yo estábamos viviendo por un par de meses en Valencia, cerca de la avenida del puerto, dónde vivía Lorena. A todos nos pareció bien, así que fuimos al Continente del Saler y compramos pan, embutido, zumo y agua para el día siguiente.

Con el Clío de Marga y escuchando una cassete con Javier Álvarez, Pedro Guerra, Héroes del Silencio, alguna copla, recorrimos los 120 Km. hasta el Peñón.

Una vez estábamos allí se nos ocurrió, recordando el 1,2,3 y a Narciso Ibañez Serrador ir hacia Torrevieja, Alicante, para ver uno de los famosos apartamentos del concurso. De allí, una vez cominos lo que nos quedaba del súper enfrente del mar, pensamos que podríamos seguir hasta La Manga del Mar Menor, y dormir allí, para ver como salía el sol. Autovías, salares en el mar, playas desiertas, pueblos dormidos fuera de temporada.

Después del amanecer Marga propuso ir a Albacete a visitar una tía-abuela suya que no veía hacía años. En el camino vimos tormentas, toros de Osborne y navajas en las gasolineras. Seguíamos escuchando los casssetes de Marga, quizá esta vez a Joaquin Sabina, El Último de la Final, o a Antonio Vega. Conducíamos por turnos.

Pueblo con ovejas, y casas blancas, molinos en el horizonte. Después de comer con la tía-abuela de Marga, decidimos ir a Aranjuez, a ver el Palacio Real y los Parterres que Sampedro describía en «Real Sitio«. Cenamos sentados en un banco, con lo que habíamos comprado en un Eroski, bocadillos de paté, cocacolas, tejanos y vespas, y la gente refinada mirándonos raro. Decidimos dormir en una casa camino de Toledo. Nos robamos unas telas de colores.

En Toledo figuritas de Franco en las tiendas, y algún que otro símbolo fascista de la época en la que el Alcazar no se rendía. Bocadillos de embutido en una tiendita cerca de la universidad, con 2 lonchas de queso o 2 de jamón dulce, o 2 de jamón salado. Servidor. El pan sin tomate, esto no es Cataluña. Marga queriendo llevarse el trozo de una columna medieval de una casa en obras.

Siguiente pensamiento, siguiente personaje vital: buscar la casa de Javier Bergia en Val de Santo Domingo. La encontramos pero él no estaba.

Regresamos a Valencia aquel mismo día, sin prisa. Murallas en la provincia de Madrid, anochecer anaranjado, cena en un embalse de Cuenca, fotos de 5 minutos con flashes creando fantasmas en la noche. Ideas de Marga. Vuelta a nuestra casa, y final del viaje.

3 días felices y sin dirección, dejando atrás cada kilómetro, cada carretera y cada imagen. Libres.

El mejor viaje no tiene que ser el que dé la vuelta al mundo. Ni tiene que durar 6 meses, ni siquiera 3. No tiene que tener lagos ni volcanes. No hace falta tener que vacunarse, ni coger un avión. Te puedes sentir libre y lejos a solo 100Km de tu casa.



4 Comentarios

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  1. Así que ya terminó. Estos días anduve sin conexión y me perdí los últimos post, que leeré en cuanto tenga un momento sobrio (sí, es raro conectarse después de una noche de juerga, pero así soy yo cuando vuelvo antes de las 8 de la mañana).

    Bienvenido a casa (si es que España puede considerarse algún tipo de casa metafórica o algo así). Y suerte con la conjuntivitis.

    (Podrías ir abrazando a la gente que realmente no te cae bien. Ya sé que es un comportamiento algo hijo puta, pero quizás te ayude a superar la abstinencia de cariño físico de los días venideros)

    Un abrazo!

  2. Cuantísima razón tienes mi buen amigo! Un viaje no es sólo distancia, billetes, vacunas, cruzar el charco, es simplemente un recorrido por cualquier lugar, cerca o lejos que despertará tus sentidos y te hará disfrutar de lo más importante «la compañía». ¿Porque nunca nos olvidaremos de aquellos maravillosos 3 días? tal vez porque los ganamos para siempre.

    Un besazo

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