San Pedro de Atacama

Tal y como me bajé del autobús y vi el solar donde nos habíamos quedado pensé «¿Esto es San Pedro de Atacama?«.

San Pedro de Atacama es un pueblo con cuatro calles a 2.400 m de altitud, con todas las casas hechas de barro y piedras, y con patios interiores. En las 4×4 calles que forman el nucleo urbano lo que hay son hoteles, restaurantes, bares, kioskos y compañías de turismo. Hay una plaza con una iglesia de adobe de color blanco, unos árboles y un museo. Y una calle peatonal que da a la plaza y que es la única que no es de tierra.

Está en el norte de Chile, en la región andina y en el desierto de Atacama, el más árido del planeta. Hay polvo en todos los lugares imaginables, polvo en el aire de color anaranjado, polvo en todas las sillas, mesas, teclados de ordenador, vasos y cubiertos.

Dado su ubicación que permite visitar un millón de lugares interesantes, ha pasado de ser un centro mochilero a un centro turístico de primera línea, con personajes de todo el mundo vestidos con el equipo oficial coronel tapioca, quechua o marcas que desconozco, pero que deben ser las mejores. Materiales tecnológicos de poco peso, que transpiran y abrigan, botas de montaña de las que no te suda el pie, gorros con una redecilla y un cordel, gafas de sol de las poner después de esquiar, pantalones con bolsillos de color caqui o verde, etc.

El pueblo es tranquilo, y tiene un aire místico, con todo ese polvo rondando, los Andes al fondo, el cielo azul intenso, y el sol machacando el cerebro. Los restaurantes y bares tienen todos algo especial que invitan a quedarse, con los patios interiores, las chimeneas, la música y el trato de los camareros. Por la noche se ven las estrellas y los huesos se parten de frío. Huele a noche, se oyen los gallos y nada mas. Silencio.

No dejo de preguntarme porque alguien que no se dedique al turismo decide vivir en un lugar tan apartado, tan frio y caluroso al mismo tiempo, donde todo es árido, porque si alguien en un principio buscaba la soledad y la vida contemplantiva, todo eso se destruyó cuando 4.000 personas más decidieron ir al mismo lugar. ¿Cuando alguien va a descubrir que en algunos sótanos de las grandes ciudades se vive más solo que en un desierto?.

Imagino que hace 600 años un visionario dijo: «¡Coño, que cosas más bonitas hay por aquí!. Voy a parcelarlo y a venderlo para la explotación turística. Solo tengo que esperar unos 500 años, a 1841, a que Thomas Cook monte un tren con personas e invente el Turismo. Total aquí no hay nada mejor que hacer una vez visto los volcanes y los lagos. Y a ver si hay suerte y vienen los españoles y me revientan unos pocos pueblos para tener ruínas arqueológicas.»

 Las fotos aquí.



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