Mi último día en Buenos Aires, por lo menos hasta que regrese de Urshuaia. Decido visitar Recoleta que es último barrio que me falta por ver, sin contar los de fuera del centro, los Carmelos de aquí.
Recoleta es el barrio pijo, que de estética es igual que Palermo (nuevo) pero sin tiendecitas de sandwiches donde venden milanesas, ni kioskos de bombones variados basados en el dulce de leche, ni cartoneros. Lo que hay auí son pastelerías finas, chocolaterías finas, peluquerías finas, tiendas de ropa fina, viejos con pañuelos en el cuello y chalecos, señoras con el pelo teñido y tanta laca que llevan en la espalda un cartel de «peligro, inframable«.
En Recoleta también hay centros comerciales tipo Bulevard Rosa, y el cementerio turístico, con muchos panteones y muchos turistas, como yo, sacando fotos, como yo.
Y por último hay un par de universidades: la de Inginería, tipo gótico, que parece que van a salir fantasmas de las ventanas; y la de Derecho, que parece un panteón romano con unas columnas enormes donde parece que van a salir gordos calvos con túnicas, tipo sauna Casanova con Diputación. Cerca está la Floraris Genérica, una flor de hierro que se cierra de noche, dicen.
Como dato anecdótico hay un mercado hippie en pura regla que se monta en fin de semana, para que los hipijos no tengan que salir del barrio para comprar las pulseritas y los collares, ni las medias de rayas ni los pantalones cagados. El perro, eso si, tendrá que ser de raza, y sin pulgas. Es lo que diferencia a un hipijo de, pongamos, un punki.
Esta vez no hay fotos en picasa que no me ha sido posible conectar mi disco con toda la infraestructura necesaria. Así que solo una galería.
Actualizado: fotos aquí.
Alex, el Pau te ha visto en el blog y me a dicho: L’Alex, mi amigo!!
Una abraçada.
Apa si au