Noche #50

Noche del domingo.

Hoy ha sido un día extraño. Por la mañana visitando ruínas arqueólogicas y por la tarde Trujillo, que podría ser otra ruina. Humedad constante, nublado y gris. Sucio.

En Trujillo, en la Plaza de Armas, se me acerca un chaval de unos 20 años a preguntarme si he  visto el partido España-Italia, le digo que no, me explica como España ha ganado en los penaltis, me cuenta su vida, qué estudia, que es de Lima, que está aquí por el festival salsero de la noche. Me dice de ir a un bar de al lado a tomar una cerveza, donde hay un par de amigos suyos. Hay también una pareja de franceses que también han enganchado. En el bar suena Salsa y Cumbia, y uno dice ser profesor de salsa. Los franceses llevan una semana viajando, y van a estar 11 meses dando la vuelta al mundo. Ella apenas sabe castellano y nada de inglés, él parece que sabe más castellano.

Hablamos de lo de siempre entre los turistas: donde vienes, donde vas, etc, y de lo de siempre con los locales: diferencias entre paises, como se vive aquí, como se vive allí, etc.  Entonces el profesor de salsa habla con la francesa sobre los euros, el tipo de billete, si son distintos en cada país, si hay fotos de presidentes o personajes, él enseña soles y dice quién son los personajes que aparecen, yo le enseño uno de 5€ y entonces coge uno de 100 soles (25€) de los míos y hace un amago y me lo cambia por otro, logicamente falso. Entonces, sin tocar su billete, y todo lo grande que soy para estos enanos, le digo con cara de asesino y voz muy fuerte. «Dame ahora mismo mi billete«, «¿qué billete?«, Moviendo mi mano de una manera agresiva le vuelvo a decir «dame mi billete ahora mismo, te estoy diciendo«, y entonces me lo devuelve, diciendo «¿pero que pasa, que billete?«,  y digo «se acabó la conversación«, me levanto y me voy.

Ya en la siguiente calle me doy cuenta que los franceses no se han enterado mucho. Han notado que algo pasaba, pero no el qué. Pienso que deben tener 20 y pocos años y que igual este es su primer viaje, y que llevan solo una semana. Así que vuelvo a buscarlos.

Los cojo y les explico despacito, porque sin entender castellano, ni inglés, y con mi nivel de francés, es complicado. «No os junteis con esta gente. No os junteis con nadie que no sea turista. No os fieis de nadie, y sobretodo iros de aquí ahora mismo. Me han intentado engañar, por eso me voy.«, «Ah!-responden- vale, gracias, gracias«, ella con cara de asustada. Me dan la mano y ya me voy más tranquilo.

Me han entrado ganas de reventarle la cerveza en la cabeza a los enanos por idiotas. Además en estos lugares la policia potege a los turistas, y más estando en el centro de la ciudad.

Después de este capítulo, el primero en el que me he juntado con un local más allá del encuentro casual, ya que siempre que alguien ha hablado conmigo ha sido para pedir dinero, ofrecer drogas, un lugar donde dormir o un tour, tengo claro que tengo que seguir con mi instinto de no juntarme con nadie que no sea extranjero, salvo en los autobuses  o alguien que esté en el mismo lugar que yo.

Regreso a Huanchaco, que es donde duermo, ya de noche. En el bus de vuelta música techno. En la iglesia unas luces y cohetes, los locales volviendo de misa. El paseo marítimo vacio y los locales de enfrente adormecidos. La calma es infinita comparada con el estrés de Trujillo.

Hablando con los personajes que pululan el hostal me siento más a gusto. Me ducho, y salgo a buscar algo para cenar. Acabo siendo el único sentado en bar donde me hacen un trozo de mero. El cocinero-dueño se sienta conmigo y charlamos sobre la vida en el pueblo. Debe tener entre 35-40 años, aunque quizás sea 30, las caras arrugadas me engañan. A él le gusta vivir aquí, frente al mar, sin mucho trabajo, ir a pescar, a surfear, fumarse un porrito por la mañana. Su mujer-novia juega con una niña de un bar vecino y le saca fotos. Me pide 20 por el pescado y el agua, he visto 22 en la carta. Le doy 25 y le digo «a ver si le das un hijo a tu mujer», y sonríe. Nos damos la mano y me voy.

Hay que saber respetar a los locales, pero los locales también deben saber respetar a los turista



1 Comentario

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  1. Sin duda que gente de mal vivir hay en todos lados. A una ecuatoriana la golpeó salvajemente un joven español en el metro y hace poco hubo un incidente en el que policias españoles golpearon salvajemente a un peruano creyéndolo ilegal (No lo era).
    Unos familiares viajarán a España, pero no les estoy recomendando no hablar con jovenes ni policias españoles ya que en realidad no todos los policías y jóvenes españoles son xenofóbicos. Así también, mi buen amigo no todos los trujillanos son de mal vivir, sucede que la ciudad tiene sus desadaptados como en toda orbe y no por ello se puede generalizar. Por otro lado en Perú se detectan cada año casi un ciento de «burriers» que son turistas que vienen a Perú a llevar droga a sus continentes de origen (Europa, Norteamerica, Asia) y son atrapados en el aereopuerto cuando tratan de salir del País. Por tanto no podemos tampoco decir a los peruanos que no hablen con turistas porque dentro de esos grupos hay un potencial «burrier».
    Hay que saber respetar al turista, pero el turista también debe de respetar a los locales con sus comentarios.

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