Noche del jueves.
Lima es gris, y por la mañana ha llovido. Así que he andado medio arrastrado todo el día. Por la tarde pregunto en el albergue y me recomiendan ir a las fuentes de colores que están en el Parque de la Reserva. Me junto con el holandés de la habitación, Martín, y cogemos el bus verde de las esquina, completamente repleto de gente, para 40 minutos más tarde llegar al parque.
Las fuentes son eso, unas fuentes, con juegos de agua y música, tipo fonts de Montjüic, y las fuente del Palau de la Música en el cauce del río en Valencia. Pasamos todo el rato charlando y de vuelta nos vamos a cenar a un local dónde no hay extranjeros en Miraflores.
La ciudad es un hervidero de gente, pero he decidido tomarme un par de días de tranquilidad e intentar dormir un poco, ahora que ya he dejado las alturas y estoy a nivel del mar. La ciudad sigue siendo gris, pero ya me vale.
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