Noche #42

Noche del sábado.

Y como cada sábado, noche perdida. Por la calle un montón de gente, tanto locales como turistas, oliendo a recién duchados, gomina en el pelo (los locales) y pantalón tapioca planchado (los turistas). Gente ofreciendo chupitos, gente ofreciendo drogas, gente con tres móviles y un cronómetro ofreciendo llamadas, gente ofreciendo gorritos de lana y muñecas de tela, un padre tocando el arpa -mal- y su hijo bailando sonriendo, de nuevo gente ofreciendo drogas, etc.

Y yo que no me aguanto ni de pie. Me he levantado a las 4, con Martina y Theresa, para estar a las 5 en la estación y comprar los billetes para el Machu Picchu. Luego 5 horas de tren, 1 hora subiendo la montaña -las chicas han tardado 20 minutos más y me han odiado todo el día-. Luego 3 horas pateando la ruinas. 4,5 horas más de vuelta y al final, a las 21.30 en Cusco.

Hemos quedado con Natalie, ya que hoy es la última noche juntos. Natalie hace una ruta por el valle perdido y el Machu Picchu de 3 días y luego se queda un mes en Cusco colaborando en una escuela (es maestra de inglés). Yo me voy mañana por la noche en el bus a Arequipa y las chicas se quedan un par de días mas. Perú era nuestro destino común y ahora ellas quieren parar un poco, para luego irse Lima y a Río de Janeiro, a la playa.

Cenamos en una trattoria italiana y no nos tomamos ni una copa. Yo estoy hasta deprimido de los 3 días sin descanso que me he pegado, viendo amanecer en Isla del Sol, pateando Cusco y hoy Machu Picchu. Necesito dormir para aprovechar mañana mi último día en Cusco.

A las 11 en la cama. A las 6 de pie. No hay forma de dormir más. Y a las 11 hora española, el problema de siempre.



Deja un mensaje

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.