Noche del sábado.
De nuevo el mejor plan para el sábado: viajar de noche.
Justo después del atardecer estamos Martina, Theresa y yo esperando el bus hacia La Paz, que sale a las 18:30 y tarda 12 horas en llegar al destino. Ana y Madeleine esperan el bus hacia Cochabamba de las 19:00, y que también tarda 12 horas.
La despedida es triste. Todos sabemos que son encuentros casuales y que posiblemente no nos volveremos a ver. Al final Sucre se ha convertido en un lugar especial para mi, tantas horas sentado en el mismo lugar y esperando y esperando. Tanta intensidad.
En el bus de nuevo el mal olor. Sin duda es porque el 50% de la gente que viaja está con la ropa sucia, y el olor que desprenden es demasiado fuerte.
Antes de salir unos 10 niños dentro del bus vendiendo chiclets, cantando, galletas, refrescos, y cualquier cosa que se te ocurra. Después de salir un par de paradas para que suban niñas, mujeres y ancianas a vender bocadillos, empanadas, y cualquier comida rápida que se te ocurra.
En la tele azulada y de 12″ Alma Letal 4.
Me duermo casi todo el trayecto y al llegar a La Paz, estoy muerto de frio, me duele la oreja apoyada al asiento y no puedo mover las piernas. Falta de circulación.
Ya estamos de nuevo a 4.000 metros de altura.
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