Noche #28

Noche del sábado.

Continuando con la marcha, esta noche toca autobús de Tupiza a Potosí. El viaje dura 8 horas y sale a las 21:00, así que nos dejará en Potosí a las 5 de la madrugada. Las austriacas, que aún no han visto como como es mi manera de viajar se han apuntado. Infelices.

He tenido algo de miedo al escuchar la leyenda de los conductores Bolivianos bebridos y tomados de coca para aguantar la noche, y de los múltiples accidentes. También he visto por la tarde como un conductor de un micro se enganchaba a un coche aparcado y seguía tirando hasta que se ha soltado, a pesar de que el dueño le decía que parara, y finalmente ha seguido su camino sin pararse mientras la gente le llamaba borracho.

El viaje ha sido duro. La mayoría del camino ha sido por pista de tierra con baches que te sacaban del asiento. Las austriacas y yo los únicos turistas, y el autobús olía realmente mal, a carne podrida, aceite quemado, polvo y verdura podrida, todo a un tiempo. A las 12 ha parado en uno de esos agujeros en los que paran los buses, con un baño y puestos de comida en carritos de latón. Ocuro.

Yo tengo que decir que gracias al don, he dormido desde las 12 hasta las 5, pero las austriacas no, así que calculo que igual este va a ser nuestro último viaje nocturno juntos.

Al llegar a Potosí nos han recomendado que nos quedáramos un rato en el bus, hasta que abrieran la estación porque habían muchos bandidos en la calle y nos iban a robar. De buen rollo.

Finalmente he conseguido un taxi por a través de un policia y nos ha llevado a un hostal de la guía. A mi me han metido en un habitación donde tampoco se podía respirar de la peste y a las chicas en otra. Y a dormir, con la garganta llena de polvo y el olor a aceite quemado en la nariz tapada.

Noche larga.



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