Lago Titicaca – La isla del Sol

El Lago Titicaca es como un mar sin piratas y sin faros. Si miras a lo lejos no ves el final, aunque te pongas las gafas de lejos. En las orillas campos de trigo, piscifactorías de truchas, cerdos atados a una cuerda paseados por un niño, vacas pastando tranquilamente y ovejas huyendo del pastor. También los pueblos que viven del lago. Está a 3.600 metros de altura y es el lago más grande del mundo. Se necesitan 7 días para atravesarlo entero. Como todo lo que genera algo riqueza en Bolivia, la mitad es de otro país, Perú en esta ocasión.

Tiene un color azulado imposible en el mar, debido a la pureza del aire. Es uno de los lugares que se tienen que ver en esta vida. Tiene varias islas y, curiosamente, la isla más grande pertenece a Bolivia. Me extraña que aún no se la hayan quitado.

La Isla del Sol es un trozo de tierra en el lago con una extensión de 9,6Km x 4,6 Km. Viven unas 5.000 personas quechua y aymara. No hay coches, ni calles, ni ningún místico que se haya quedado viviendo con el rollo de «no entiendo como puedes vivir en una ciudad«. Si lo hay, no se ven. Solo la gente que vive normalmente y los turistas que vamos a pasar unos días.

Se llega desde Copacabana, y el barco te deja en la parte sur. Se tiene que subir hacia el pueblo por una escalera de piedra llamada el camino inca. A 3.600 metros y con 20 kilos en la espalda el camino parece un via crucis.

El lugar está lleno de burros, pero los animales, no los humanos, que igual también los hay, pero yo no los he oído soltar lo de «no entiendo como puedes vivir en una ciudad«, como he dicho antes. Es el único medio para transportar las mercancías, por caminos empedrados. Entre la parte norte y la parte sur hay 3 horas caminando.

El lugar es tranquilo, hermoso, de esos a los que ir si necesitas desaparecer, o si eres de la mafia rusa y quieres llevar en un yate, a tus 60 años, calvo, gordo y con un puro, a tu amante modelo de 18 años, tras ponerle un vestido rojo ceñido y corto, un abrigo de pieles blanco, y unas cuentas joyas, transperentes.

Los habitantes de la isla al verse de pronto con el negocio del turismo, han ido creando lugares dónde dormir y dónde comer, sin mucha idea de lo que hacen. Los niños te dicen un precio, las mujeres otro, nadie se aclara. Si preguntas si se puede comer te dicen si claro y te sacan una carta con 15 platos. Preguntas si están todos y te dicen si claro. Entonces preguntas por un plato y te dicen que ese no. Entonces dices dime que es lo que tienes realmente, pues trucha, milanesa y tortilla, contesta. ¿Y la cocina está encendida?, preguntas, no, pero la enciendo ahora, responde. La inocencia.

He coincidido con la fiesta de San Antonio, y por la noche había baile y charanga en la iglesia. Las mujeres con el traje típico de mantón bordado dorado, vestido blanco con falda, zapatitos negros y calcetines, bombín y una carraca con forma de torre de ajedrez. Los hombres con traje gris oscuro, gorro con una pluma y la carraca. Las charangas acompañan al baile y siguen unas pautas concretas, una coreografía que debe ser la que tiene que ser. En la iglesia a un lado las mujeres y al otro los hombres. Y te con te para beber, un te con alcohol de 40º. La fiesta duró hasta las 3 de la mañana, y al día siguiente a las 9 la retomaron.

Este video lo tomé por la mañana y la música de fondo es la charanga.

Fotos aquí.



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