Siempre me gustaron los número 3, 5 y 7.
A los 13 y a los 15 años aún no había pensado en esto, pero sí a los 17, así que me gustó decir «tengo 17, 23, 25, 27 y 33 años«. El número que más me gustó fue el 33. Era gracioso tener 33 años y tener este look del primer hippie de la historia.
Ahora tengo que decir 35, a partir de que termine el viaje, ya que hice un trato conmigo mismo y me quité 4 años, así que me queda una semana de vivir con 31, y luego regresaré al 35.
Si viviera en África central estaría cerca del final de mi vida. Si viviera en Perú, Bolivia, Colombia o Brasil habría gastado ya la mitad de mi tiempo. Siendo español aún me faltan 5 años para que me quede la mitad de la vida por vivir. Si fuera canadiense o australiano, aún me faltaría mucho más, pero prefiero vivir algunos años menos y comer el pan tostado con tomate, aceite y ajo.
Claro que todo esto son estadísticas. Y la estadística dice que si yo me comí el otro día un pescado Mojarra, y tú no comiste nada, de promedio cada uno comió medio pez, aunque tu te murieras de hambre, y yo tuviera que dormir un rato para descansar del abuso.
Así son las cosas.
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