He llegado de día a la ciudad y me ha perecido enorme y caótica.
Es la tercera ciudad más poblada del país, después de Bogotá y Medellín, . Tiene una de las tasas más altas de homicidios, 74 por cada 100.000, mientras que en Bogotá es de 18,8 y en Medellín de 28.
También la fundó Sebastián de Belalcázar, el mismo de Popayán que andaba buscando El Dorado y repartiendo sus microbios, y una de las más antiguas de América, aunque no he visto muchos edificios de la época.
No me ha gustado demasiado desde que llegué. En la parte nueva hay árboles por las calles, que están algo rotas, con los coches subidos en la acera que te obligan a ir por el asfalto, los siempre presentes cables eléctricos, y los restaurantes y bares con grandes carteles de colores. El centro me ha resultado soso. Las iglesias y edificios antiguos están plantados en mitad de los bloques de apartamentos enormes, con millones de tiendas y puestos de venta de cualquier cosas en la calle, con olores fuertes de la comida que se fríe al lado de una zapatería o de un puesto de venta de DVDs pirata, o de piña y banana, o de minutos de llamada con móviles.
El río Cali atraviesa la ciudad y hay un parque en el centro, que es lo más verde que he visto en la ciudad. Hay barrios que se reparten por las colinas y tres cruces en uno de los cerros. Y ya está, no he visto nada mas, ni nada más me ha despertado interés.
Me ha gustado el hecho de que haya una iglesia San Judas Tadeo.
Fotos aquí.
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