Poema número 20

Ya no me acordaba de mi relación con Neruda. Había dejado su recuerdo flotando en ese naufragio de recuerdos que es el lago estancado de mi memoria, y en que casi todo perdura, a mi pesar algunas veces.

No lo recordaba porque se había enterrado en las raices de mi personalidad. Neruda fue para mi el iniciador del impulso por escribir poesía. El equivalente a Bergia en la música o Sampedro en la literatura.

Nunca me ha gustado leer poesía. No me dice nada. Pero Neruda fue distinto. El libro «20 poemas de amor y una canción desesperada» me abrió un camino donde volcar mi frustración por un amor apasionado y doloroso que no podía dominar. Su aroma encajaba perfectamente con mis sentimientos, y comencé a escribir mis propios poemas, por supuesto malos, pero apasionados.

El poema número 20 fue especialmente importante. Llegué a aprenderlo de memoria, y en los momentos de mayor impotencia me los repetía.

Yo era así, blando, ahora ya no tanto. O lo soy pero de una manera más privada. Al ver a Neruda en uno de los videos de su casa recitando con esa voz lenta y pesada el poema número 20 me he acordado de todo esto y he pensado en escribirlo, porque es parte de este viaje. Ahora es un recuerdo calmado.

POEMA 20

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.

Escribir, por ejemplo: «La noche está estrellada,
y tiritan, azules, los astros, a lo lejos».

El viento de la noche gira en el cielo y canta.

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Yo la quise, y a veces ella también me quiso.

En las noches como ésta la tuve entre mis brazos.
La besé tantas veces bajo el cielo infinito.

Ella me quiso, a veces yo también la quería.
Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos.

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.

Oír la noche inmensa, más inmensa sin ella.
Y el verso cae al alma como al pasto el rocío.

Qué importa que mi amor no pudiera guardarla.
La noche está estrellada y ella no está conmigo.

Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos.
Mi alma no se contenta con haberla perdido.

Como para acercarla mi mirada la busca.
Mi corazón la busca, y ella no está conmigo.

La misma noche que hace blanquear los mismos árboles.
Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.

Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise.
Mi voz buscaba el viento para tocar su oído.

De otro. Será de otro. Como antes de mis besos.
Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos.

Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.
Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.

Porque en noches como ésta la tuve entre mis brazos,
Mi alma no se contenta con haberla perdido.

Aunque éste sea el último dolor que ella me causa,
y éstos sean los últimos versos que yo le escribo.



1 Comentario

·

Deja un mensaje

Responder a agusCancelar respuesta

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.