Noche #69

Noche del viernes.

En la habitación hay un chico americano llamado Ben, que al verlo me recuerda a Ben Affleck. No es la primera vez que un americano me recuerda a Ben Affleck, he visto decenas. Debe ser que Ben Affleck tiene un aspecto muy parecido a un tipo concreto de americano, como Antonio Banderas tiene un aspecto muy parecido a otros españoles. Será la forma de reír, la perilla, o la forma de la cara, pero son clavados a Ben Affleck.

Lo que me recuerda que como actor me parece tan malo como Liberto Rabal, de los que ponen la misma cara ya sea para simular dolor, que están echando un polvo, que le acaban de matar a la novia, o que tienes una ganas enormes de cagar y no encuentra ningún sitio. Siempre la misma cara. Creo que he debido ver todas las pelis de Ben Affleck y de Liberto Rabal, hasta el videoclip de Bunbury. La que no he visto es la que Liberto dirige y su mujer escribe. La de Ben Affleck si la he visto y me ha parecido muy buena.

En la habitación, además de Ben, hay un par de chicas israelís con el cuadro habitual de: termino el servicio militar de 2 años; trabajo de 6 meses a un año; luego viajo de 6 meses a un año; y luego vuelvo a Israel pare estudiar. Clásico. Y sonrientes y alegres como todos los israelís del viaje. Se llaman Sharon y algo así como Efrom.

Ya de noche, mientras estamos charlando un rato, debajo de los ventiladores, porque no se puede estar en la calle del calor, Ben está pensando en ir a cenar, y yo también así que decidimos ir juntos. Entonces entra en la habitación un torbellino llamado Sarah, galesa, que es amiga de las israelís de otras ciudades, y empieza a contar historias que todos entienden y ríen, menos yo -ando corto de reflejos últimamente. Me dan mi momento de gloria cuando quieren saber que es eso del catalán, que le han contado que en Barcelona no se habla castellano.

Finalmente nos salimos a cenar todos juntos y en la puerta del hostal nos encontramos con dos amigos más de alguno de estos, Mat, de Londres, y Rave o algo así, australiano. En la calle hay un grupo que hablan en inglés, supongo que una mezcla de americanos, australianos, ingleses, que son como 15, y por lo menos 2 se parecen a Ben Affleck. Están esperando un party-bus, un bus que da vueltas por Cartagena en el que se puede bailar y beber. Cuesta 20.000 pesos, unos 8€.

Las calles son havaneras, casas viejas, poca iluminación, música que sale de los locales, gente por la calle, sentados en sillas en frente de sus portales, ventanas y puertas abiertas, mulatos y negros sin camiseta, ventiladores en los techos, casas viejas, la r como una l (amol). El olor a salitre y a oxido. La Havana. El Caribe.

Cenamos un plato del día y nos vamos a los bares del puerto. Aún no conozco nada, así que no sé muy bien dónde estamos. El calor se puede nadar. Nos encontramos al grupo de por lo menos 15 americanos, australianos, ingleses, que están en uno de los bares, ocupando casi toda la terraza, ya sin camiseta todos los pollos (las chicas llevan esos vestidos con tirantes), y bebiendo cerveza en depósitos de unos 5-10 litros (no se medir volúmenes a ojo). De vez en cuando uno se pone a hacer flexiones. Ninguno de los que se parecen a Ben Affleck, deben ser los ingleses. Dicen que lo del bus es estúpido, y lo vemos pasar por la calle. Es uno de esos buses de colores que se venden como recuerdo de Colombia, con gente dentro bailando.

El bar, además de la terraza, tiene una disco, en la que cachean a todo el que entra. Hay salsa.

Nos tomamos un par de birras y tomamos el camino hacia el hostal. Se quedan Mat, Rave y Ben en la terraza un rato mas. Me paro con Sarah en una plaza, donde solo hay colombianos tomando cerveza y charlando, a comer un hot-dog. Las israelís se van porque mañana tienen que madrugar. Al poco pasa un taxista que nos pega un grito y se ríe, y luego vemos llegar a dos policías que se meten en un callejón oscuro. Decidimos que es tiempo de volver al hostal.

En la habitación están los ventiladores a tope, con ese ruido plástico tan insoportable. Si los otros fueran mis amigos les putearía toda la noche apagandolos, pero son desconocidos y tengo que soportarlo. A usar tapones y a escuchar mis propios latidos. Pom, pom, pom.



2 Comentarios

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  1. Esto te lo tendré en cuenta: «Si los otros fueran mis amigos les putearía toda la noche apagandolos (los ventiladores)…»
    Aún tengo pesadillas con la noche que pasamos en la isla de Goree. Te pasaste toda la noche apagándonos el ventilador, durmiendo en pijama y calcetines… mientras Eva y yo nos asfixiabamos lentamente.

  2. Como ves no miento: si hubieran sido mis amigos, les hubiera apagado el ventilador toda la noche. Es lo que hay, todo tiene un precio, y tenerme como amigo para soplarte en la nuca tiene ese precio exactamente.
    Y me debes un favor, que seguro que este calor le ha ido bien a tu pistolilla.

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