Noche #53

Noche del miércoles.

Me siento en una mesa el porche de uno de los bares de la plaza de Vilcabamba. A mi izquierda un señor mayor charlando con una niña y una adolescente en alemán. Mencionan Alexander Platz, así que pienso que son de Berlín, o al menos hablan de Berlín. No entiendo ni una sola palabra más, así que cambio la orientación de mis oídos hacia mi derecha.

Pido una cerveza de 600cl Pilsener y una pizza. Me traen la cerveza. En la tele dentro del bar hay un partido de dos equipos locales.

A la derecha una mesa donde hay 4 tipos especiales y 2 niñas hermosas. He hablado con las niñas hermosas por la mañana. Los 4 especiales son: un tipo vestido de budista pelado y con una barba de un palmo. Habla con acento chileno; otro especial tiene el pelo largo con el pelo apretado hacia atrás y la coleta como una fregona. Perilla, ropa de indio. Regordete. Al reírse le falta un colmillo; otro de los especiales es un cachetas con camiseta blanca de gerente cachas, patillas y perilla, tatuajes de dragones de colores en el brazo derecho y estrellas asomándole por el cuello; el último de los especiales es uno con el pelo largo en coleta, con aspecto de indio, perilla y aretes de esos que hacen los agujeros grandes en las orejas.

Los especiales se mueven, hablan, gesticulan y conversan como gallos en un corral. Tienen un ojo puesto en el fútbol, y el otro en las niñas hermosas. Las niñas hermosas, ajenas al corral y pensando que están en un lugar místico -el budista es el único que habla en inglés y dice cosas básicas místicas sobre montañas y noches y junta las manos en gesto de plegaria y mueve la cabeza cuando saluda a alguien que pasa cerca- se contonean y se mueven como palomas, como ciervos pastando en un prado tranquilamente ajenas a mirada de una manada de leones escondidos en los árboles cercanos.

Una de las chicas hermosas me mira, mientras bebo mi cerveza de 600cl Pilsener, y me dice que me una a su mesa. Yo le sonrío, hago el gesto de derecha a izquierda que significa «no» y le digo que espero una pizza. No se dan cuenta que esa no es mi pelea y que no soy bienvenido por los leones.

Sin venir mucho a cuento, las chicas se abrazan y se ponen a correr desapareciendo en la esquina. Van descalzas. Los gallitos aprovechan para decir «son guapas«, «tienen veinte años«, «son más que guapas, son hermosas«, y se les escucha en cada palabra el sonido al salivar. El del pelo de fregona se ríe y enseña el boquete dónde le falta el colmillo. El místico intenta decir algo místico, pero también está pensando en las pieles tiernas y los cuerpecillos de las chicas hermosas, así que no dice nada.

Aparecen la chicas hermosas por la otra esquina. Les preguntan dónde han ido, y dicen que han corrido alrededor de la manzana.

Yo ya estoy con mi pizza y sigo bebiendo mi cerveza. A mi izquierda siguen hablando en alemán, así que sigo observando la mesa de la derecha.

La hermosa que me ha invitado a unirme a ellos entra al bar y al salir se para a mi lado y hablamos un rato. Le ofrezco pizza y dice que ya ha comido. Se va esta noche. Es suiza, lleva 6 meses viajando, se vuelve a casa ya, pero quiere seguir viajando. Su amiga es canadiense y lleva un mes en Vilcabamba. Vuelve a su mesa y yo sigo con mi pizza. Aparece otro especial delgado con cara de urraca y con rastas, da un beso a cada niña hermosa y un golpe de puño a cada especial. Se une al grupo.

A las 8 suenan las campanas de la iglesia y la chica suiza se tiene que ir a coger el bus hacia Loja. Sin colmillo y místico las acompañan, y el resto de los especiales, incluido el rastas, se van corriendo al bar de enfrente donde hay un proyector con el fútbol. Al poco rato aparece corriendo sin colmillos que va hacia el bar del proyector.

Termino mi pizza. A mi izquierda ya se ha ido la niña y siguen el señor mayor y la adolescente hablando en alemán. Voy hacia el hostal y pasa el bus hacia Loja. Dentro va la chica suiza que me dice adiós con la mano. Yo le digo también adiós con la mano. En una tienda de frutas veo a la otra chica hermosa comprando una piña o un melón, y a místico al lado de ella. Al verme, místico junta las manos en señal de plegaria y hace un gesto con la cabeza. Yo le devuelvo el saludo con la mano y una sonrisa.



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