Noche #52

Noche del martes. Día de espera.

El bus de esta mañana me ha dejado en un cruce de la carretera que va a Machala. Un inglés, Richard, con la bolsa más pequeña que he visto en mi vida para 4 meses de viaje (un maestro), también se ha bajado conmigo. Él va para Cuenca, y Machala es un centro de transportes para todos los lugares.

Alrededor planateros. Empieza a llover. Andamos. Llueve más fuerte. Cogemos un bus hasta la ciudad, resulta que el cruce está a varios kilómetros de la ciudad, no a 10 minutos como nos han dicho. Apuntar en la lista «no saben medir las distancias.»

Machala parece un mercadillo dominguero, cuadriculado y feo. Solo una calle con árboles. Rancheras.

Richard compra el billete para Cuenca que sale en una hora. Yo compro el mío para Loja a la 23:30. Comemos juntos y «nice to meet you, good luck, bye bye«.

Espera.

A las 23:45 sale el bus. Asientos pequeños, y para amenizar la velada cumbias en el hilo musical. «¿Podeis quitarlo?«, pregunto, «No«, responden. Las calles de la ciudad a esa hora son como las calles de un polígono industrial. Como las calles de un mercadillo debajo de un puente. Solo papeles y restos de cajas.

A las 5:00 en Loja. De noche. A las 6:00 micro hasta Vilcabamba. A las 7:30 llego. De día. Ya vuelvo a estar en ruta. Me ha costado 2 días llegar hasta aquí. Al hablar farfullo.



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