Interrupciones

Cuando una CPU (procesador de un ordenador) necesita comunicarse con un componente, como por ejemplo el teclado o el modem, utiliza uno de estos 2 sistemas: por encuesta o por interrupción.

Por encuesta la CPU cuando está libre de trabajo pregunta a los componentes si tienen algo para ella, y los componentes le dicen que sí o que no hay teclas pulsadas o que sí o que no hay datos que lleguen por la línea de teléfono.

Cuando es por interrupción el periférico al tener algo que decir, manda una señal a la CPU, y ésta para lo que está haciendo para atender al teclado o al modem.

Antes de los móviles contactaba con mis amigos por la vía encuesta. Iba a sus casas a picar al timbre para saber si estaban o llamaba por teléfono fijo para saber si querían hacer algo. Si no querían hablar conmigo decían sus padres o hermanos que no estaba. Y yo les creía, y nadie se enfadaba.

Con la llegada de los móviles el mundo se ha vuelto un sistema por interrupciones. Todo el mundo espera que pares lo que estés haciendo para contestar la llamada. No importa el día, la hora o el lugar. Siempre hay que estar disponible.

Existen además dos daños colateral: los tonos con los sonidos más molestos que se te puedan ocurrir; y lo idiota que parece la gente cuando van andando por la calle hablando solos con el manos libres.

Mi tío-abuelo Lucho hablaba solo y le llamaban loco. Ahora sería algo normal. La gente, al verlo liando sus cigarrillos con los restos de las colillas de los celtas sin boquillas, y hablando con sus amigos invisibles, no lo encontrarían extraño. Lo de hablar, lo de las boquillas puede que si.

Añoro los tiempos en que nadie se molestaba si no cogías el teléfono, cuando se quedaba a una hora y se llegaba puntual porque no se podía avisar en el mismo momento para decir que se llegaba tarde. Cuando nadie mandaba un SMS con un mensaje «llego 30 minutos tarde» cuando tú ya estás en el sitio 10 minutos antes esperando.

Todos sabíamos más de 20 números de memoria, y los horarios en los que se encontraba cada uno en su casa. Sabiamos la hora en la que llegaban y la hora en la que se iban a dormir. Sabíamos a qué hora cenaban y sabiamos a qué hora estaba vetado llamar porque todos escuchaban la conversación.

Llevo 2 meses sin móvil, sin necesidad de contestar ninguna llamada. Tengo una agenda con los teléfonos de todos mis amigos. Sé a qué hora pueden estar en casa. He aprendido de memoria, por fin, el teléfono de la casa de mi hermana. Y hace 3 años que tiene el mismo número.

Añoro los tiempos de la paciencia y de la puntualidad. Añoro los tiempos de la comunicación por encuesta.



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